viernes, 11 de marzo de 2011

NOVELA .... Deshojando Margaritas.




 


Nota:


-Lo que
esta en cursiva son recuerdos, sólo el primero no esta en orden de como paso.
Creo que es todo.








Deshojando
Margaritas.








        Una cama sin tender, un par de
recipientes de helado ahora vacíos, una muchacha triste y con los ojos de sapo.
Y en sus manos una margarita casi desnuda, ayudandole con la depresión.





        Y tal vez no era una depresión en si,
pero era la palabra que mas se acercaba a la manera en la que se sentía.





“..Me
quiere...”





—Hey,
tranquila todo estará bien.





        La
abrazo y beso su frente. Aquella era casi la única frase que el ojiverde
utilizaba, y no es porque no quisiese decir mas, simplemente no había mas que
decir. A la mejor era una mentira, pero el ni siquera sabía que pasaría con la
relación.





—Ya no estoy tan segura de eso





        Él
sólo asintió, identificandose con el sentimiento. Derritiendose por dentro por
no poder encontrar las palabras para decirle. Decirle la parte que él conocía
de “la verdad”





"..No me quiere..."





—¿Ya puedo quitarmelo? -Dijo refiriendose al
pañuelo.





—No -Una respuesta simple y tediosa.





        Ese
día cumplían dos años de amor, no les gustaba decir noviazgo y aunque no fuera
la fecha exacta en que comenzó el amor, ese día era importante: se dijeron
cuanto se amaban, se besaron por primera vez y su historia se comenzó a
escribir.





        Por
fin Carla pudo quitarse la venda, y lo que vio no pudo y aún no puede
describirlo, el paisaje mas hermoso, un atardecer único, un Roger vestido
“elegante” sosteniendo un tulipán blanco y una hermosa sonrisa.





—Y no quiero que me digas “mira como estoy
vestida y mirate a ti” porque hoy te ves mas radiante que otros días y aparte
ni siquiera vamos a salir.





        La
chica no pudo evitar una risilla nerviosa, en verdad este hombre es único y
maravilloso. Y bueno esa noche le pidió matrimonio a lo que Carla OBVIAMENTE
respondió que .





“..Me quiere...”





        Seis
meses. Parece un gran lapso de tiempo pero cuando estas enamorado pasa sin que
te des cuenta. Pero esta vez esos seis meses son los que Carla tiene que
esperar para unir su vida con el amor de su vida: Roger.





        Se
puso ese vestido negro que Vanessa su mejor amiga le regalo, “para un momento
especial y que nunca fuera a olvidar” esas fueron las palabras que Carla
escucho cuando Vane se lo entrego y bueno este día era especial, le dirían a
los padres del flamante licenciado Gonzalez que se casarían.





        Dos
horas después un Roger no tal elegante estaba frente a su puerta.





—¡Hey! Así que ese es tu traje mas “formal” que
tienes. -dijo la chica con el sarcasmo tatuado en cada una de sus palabras- Te
ves demasiado lindo -Esta vez ya no jugaba.





        Se
acerco y beso su mejilla. Algo andaba mal, se sentía en el aire.





—¿Que te pasa? ¿Por que no dices nada? -Esperó
para que él dijera por lo menos “hola” pero, nada. Ni siquiera la miraba.





         Frustración, esa emoción la definía. Y aunque su maestra de
psicología le había dado la respuesta secreta para no sentirse así, no pudo
evitarlo. Como tampoco a las lagrimas que ahora habían arruinado su maquillaje.





        La
escena era horrible, una Carla en posición fetal y llorando frente a su casa y
un Roger que seguía recargado en su coche viendola llorar.





“..No me quiere...”





        Por
cada lagrima que derramaba era un recuerdo, de todos los momentos que pasaron
los tristes, que eran pocos hasta el día de ayer, los felices, que eran
demasiados y se sentía tan estúpida de sonreír y llorar a la vez. Los mágicos,
como aquella vez en New York donde por primera vez hicieron el amor. Los
chistosos y divertidos eran sus favoritos porque una de las cosas que mas le
encantaban de ahora su ex prometido era su enérgica y sonora risa.





“..Me quiere...”





        Luego
de tanto tiempo de estar fuera de su casa llorando y congelandose. Se levanto y
entro a su casa, si Roger no quería hablar ella tampoco lo haría. Prendió la
televisión, un poco de distracción no le vendría nada mal.





        El
timbre sonó, con desesperación y sabía que era Roger, pero ahora ella no quería
hablar y menor escuchar. Pero, ¡Oh! El señor tenía llaves y de todos modos
entró.





—Perdoname, por favor. Una y otra vez, por favor.
Pero... -Hablaba rápido, como si en parte no quisiera que Carla entendiera todo
lo que tenía que decir. —No puedo casarme contigo.





        Ni
la erupción del Popocatepetl, ni un tornado, ni un huracán, ni nada podría
compararse con la furia que sintió Carla en ese momento.





        Lo
primero que llego a su mente fue matarlo de mil y un maneras, todas lentas,
llenas de sangre para que sufriera como ella lo hizo cuando por fin lo asimilo.





Pero no hizo nada en contra de él, ni siquiera
pregunto ¿porque? Simplemente lo dejo ahí y subió a su habitación.





Que si el vestido era para un día especial, pues
no lo era, pero definitivamente nunca lo iba a olvidar.





“..No me quiere...”





        Y
volvemos a donde empezamos, con una Carla devastada y sin ganas de vivir. Con
sólo otras varias margaritas esperando ser deshojadas para que esta chica
pudiera tener aunque sea un momento de paz.





        Cosa
que no consiguió, puesto que desistió de amputar flores. Al fin y al cabo por
mas “me quiere” que le resultaran él no iba a regresar.





        Y se
quedo dormida, después de veinticuatro horas de no hacerlo. No mucho, dirían
algunos, pero para ella fueron las peores horas que había vivido. Y ni aunque
sueñe con arcoiris, duendes, unicornios y esas cosas, no despertaría de buen
humor.





        Y
sería estúpido creer que necesita de “cierta persona” para ser feliz, pero
luego de dos años su cuerpo y ella se habían acostumbrado al chico de ojos
verdes que ahora la miraba recargado en el marco de la puerta. Y esta vez no
sólo tenía un tulipán, ahora eran tres.





        Espero
paciente a que despertara, dos horas después lo hizo. Lo vio y no lo creyó así
que con una almohada en la cabeza intento volver a dormir. No lo consiguió. No
se movió, tal vez Roger se desesperaría y se iría. !Pero no lo hizo! Y Carla se
desesperó ya no quería seguir acostada. Tenía hambre y quería bañarse, pero
este hombre no se iba.





        Y
bueno, su madre le había enseñado que no era buena idea ignorar a las personas
pero esta vez, era justo y necesario.





        Se
levanto y no le dedico ninguna mirada, era como si solo fuera un mueble o una
alucinación.





—No me ignores, por favor





Roger hablo y pumm la tierra cambió la dirección
en que rotaba, los perros comenzaron a maullar y, y Carla se detuvo a
escucharlo.





—Sólo vine a pedirte disculpas -Le entregó un
tulipán —Y a explicarte





—No quiero saber





Luego de esa respuesta Roger pidió que Carla
fuera un poquito mas curiosa y quisiera escucharlo, pero bueno, nadie nunca iba
a cambiar a esa mujer.





—Escapate conmigo





Esta vez fue Carla la que hablo, dejando un
anonadado Roger Gonzalez





—¿Que?





El chico ya no entendió nada. Un segundo no
quiere verlo ni hablarle y al otro, quiere que se escapen.





—Roger, sé toda la verdad. Sé que tu padre te
presionaba para que te casaras con Cynthia y espere pacientemente a que me lo
dijeras, pero no y bueno supongo que ahora estas aquí por que te revelaste y
quieres vivir eternamente conmigo ¿no?





¡¿Qué?! ¿En que momento la triste damisela cambio
a ser el valiente príncipe?





—¿Como lo sabes?





Fue lo único que la reciente “damisela en apuros”
pudo decir





—Vino tu hermana, y me lo dijo





Ahora si, las cosas encajaban.





—¿Entonces?





Roger sabía a lo que se refería, sonrió y puso
los otros tulipanes en la mesita de noche.


—Cuando quieras.





Y bueno, esas palabras fueron mágicas, se escaparon
a un país en Sudamérica. No se casaron, pero sé dentro de algunas décadas podré
decir que... Vivieron felices por siempre.





Fin.











Por: Mixi Burciaga. @mixiB

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